sábado, 13 de julio de 2013

Los chiveros

Hoy nuestro conductor Renato Romero publicó un artículo que ha sido distribuido principalmente por facebook, y trata sobre la definición de los chivos. Hace algún tiempo justamente conversamos con Miky González sobre las ventajas de mezclar en vivo a tocar con una banda o con un grupo de músicos profesionales. Esto fue a propósito del programa sobre Música electrónica y fusión en el Perú. Aquí la intervención de Micky González:



Aquí el artículo distribuido:

Sobre chivos y chiveros. (por Renato Romero)

Usamos el término “chivear” para denominar a un trabajo musical pagado, consistente en una sola fecha (una noche o un día). El Grove Dictionary for Music and Musicians define “gig” (el término equivalente en inglés y que se usa desde hace casi un siglo) como: "a term commonly applied to a musical engagement of one night's duration only”. En sí tener un “chivo”, entonces, no es nada malo. Es más, puede ser una fuente adicional de ingresos para el profesional, o una manera de pagar algunos gastos para los estudiantes de música. Un “chivo” constituye un servicio proveído a terceros, y en ese sentido, es una manifestación de trabajo profesional al más alto nivel. Solo un especialista es capaz de satisfacer las necesidades específicas que plantea un contratante. ¿Cuándo entonces el “chivear” se puede convertir en algo negativo para un músico? Cuando se convierte en la única actividad del artista, y éste se transforma en un “músico a sueldo”, que toca lo que le dicen, no importa el género, la calidad, o el contexto en el cual se desenvuelva. A éste tipo de músico se le denomina despectivamente “chivero”, porque está a completa disposición del que esté dispuesto a pagarle por sus servicios, y con el tiempo perderá la capacidad de evaluar artísticamente lo que es correcto, o no, para sí mismo. El “chivero” está dispuesto a tocar dónde sea, lo que sea, y cómo sea, con tal de recibir una remuneración por sus servicios. No importa el género, el arreglo, o la idoneidad de sus acompañantes. Un “chivo” es visto solo como un medio de ganar dinero, no como una práctica de creatividad artística, ni como una oportunidad de aprender o conocer nuevos horizontes. El músico “chivero” es un empresario de sí mismo, dejando de ser un artista y un creativo, para convertirse en un legionario dispuesto a enrolarse en cualquier ejército que lo reclame. ¿Por qué el músico creativo ve al músico “chivero” como un artista menor y en algunos casos, digno de desprecio? Porque el músico creativo es selectivo, y está comprometido con solo algunos tipos de música que ha elegido en base a criterios artísticos, no mercantiles. El músico creativo está a disposición de sí mismo, y se guía por fines estéticos antes de aceptar un contrato o una “tocada”. Su compromiso es con cierto tipo de música, y es capaz tanto de rechazar jugosos “contratos”, como de tocar ad honorem, con tal de apoyar la difusión de la música con la que está comprometido. El “chiveo” puede ser una etapa en la trayectoria de un músico en una época de vacas flacas, o cuando se es estudiante y hay que pagar las cuentas. No hay nada de malo en sí mismo en ser un músico “chivero”. Cuando la necesidad apremia, hay que hacer lo que uno tiene que hacer, pero el peligro surge cuando la necesidad se convierte en un hábito de vida, y los contratos (los “chivos”) apagan toda creatividad e imaginación en el músico. Pero en última instancia ésta es una decisión personal, y cuando se toma en la vida adulta, nadie tiene porque sentirse ofendido ni perjudicado. Pero la imagen negativa del “músico chivero” se torna aún más amenazante cuando el “chiveo” se convierte en una prioridad en los jóvenes estudiantes que recién se están formando musicalmente, y éstos dejan de asistir a sus cursos y prácticas académicas para no perder el pago que les ofrecen los “chivos” que aparecen de pronto y de la nada. En última instancia, nadie es todo el tiempo un artista, ni toda la vida un “chivero”, y en todos lados existen las excepciones. Pero de algo estoy seguro, y es que los jóvenes estudiantes de música deberían preferir siempre sus compromisos académicos, que las propinas o pagos que les ofrecen algunos contratistas, a los que poco les importa su futuro profesional. Desde joven, hay que trazarse una meta, pensar qué tipo de músico quieres ser, e ir tomando las decisiones que vas mantener en el futuro. La música es un arte y un negocio, y hay que buscar un balance entre ambas extremos.

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